Llueve y llueve.
Caminando por calles sorteando charcos hasta que me voy acercando al lugar donde he pasado mís últimos 20 años.... ahí es ná!!! La carretera que me lleva hasta el hospice es un camino de barro infranqueable, pero tengo que llegar. Las zapas se me inundan de agua y barro, pero no hay marcha atrás. Tengo que llegar a la meta!!!.
Finalmete he de encontrarme con mis " Angels of Nepal " , entro en el recinto. No hay nadie fuera, pero siento el bullicio del comedor. Están en su primera comida de la mañana... tic tac, tic tac... el corazón se me pone a 100...Abro la puerta y con un namasté inesperado cambia el ambiente. Parece como si se les fuera a atragantar lo que comen, pero sus ojos y sonrisas me rompen... Qué emocionante ha sido este reencuentro. Wow!!! No se pueden pagar estos momentos. Evidentemente me parece un sueño el que vuelva a encontrarme con ellas. Tres de ellas volaron a otro mundo durante esta infame pandemia.
Tengo que continuar con el día, y como me han visto lleno de barro, llaman al servicio de moto-taxi, para que no se me ocurra pisar el suelo. Así ha de ser.
Una moto con su motorista me viene a buscar a la hora convenida según la app. El casco es obligatorio solo para el conductor de la moto. Comienza a llover con intensidad. Nos detemos para que el amigo se cubra con un chubasuquero de motorista. No tengo otra cosa que una chaqueta de lana. Llegamos a lugar convenido, pago, y comienzo a caminar con la segunda etapa del día,,,, que no tiene desperdicio,
1 comentario:
Que momento más mágico debió ver esas caras después de ese namasté
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