miércoles, 4 de marzo de 2009

DOS DIAS CUALQUIERA EN DOS LUGARES DIFERENTES

Todas las mañanas suena el despertador a la misma hora, y el ritual es el mismo :
Desperezarse, abrir las ventanas, hacer la cama, ducharse y salir a la calle, para encontrarme con el autobús de todos los días, con el mismo conductor, con los mismos pasajeros sentados en los mismos sitios, haciendo las mismas cosas : dormitando con la cabeza contra el cristal, o leyendo, o escuchado música, o mirando al frente con cara circunspecta, para en el metro volver a ver a los de todos los días, en sus mismas posiciones a los que vamos a coger el primer metro de la mañana. Cada día que pasa no difiere en nada del anterior. La televisión del Metro se pone en funcionamiento a la misma hora ( 6,05 am ), a un volumen desorbitado, y como no, suena el machacón anuncio de la señora que se pone de parto en el metro, que termina pariendo en Móstoles, para después pasar a la previsión del tiempo, y enterarse del número premiado de la ONCE. Todo muy interesante!!
El día continua en el trabajo, con pocas diferencias, entre el resto de los días. Tengo tiempo ( solo minutos ) para pasear, para visitar amigos o familiares, y para ... echarme a dormir y esperar a que suene el despertador.
En otra parte del mundo, no suena el despertador.
A las 5 de la mañana, los primeros rayos del sol entran por las rendijas de las ventanas, los gallos han empezado a desperezarse y a avisar al resto de los que por la zona viven, con el consabido canto del gallo. Alguna niña llaman a mi puerta, para traerme un té calentito, además de una sonrisa. La cama se hace sola, y no hay nada que ventilar, entra el aire por todos los sitios. En la calle los árboles siguen en la misma posición, las gallinas ya están picoteando en el suelo, y a contraluz están las dos niñas, que a esas frescas horas se están lavando los dientes junto a una bomba de agua. La ducha la hago en la calle y bajo el grifo. No se oye ningún medio mecánico, solo el mugir de las vacas, el cacareo de las gallinas, el ruido de los cacharros de la cocina, o los sonidos de la escoba barriendo un suelo de cemento. El día comienza con el ordeño de las vacas y continua con alguna labor en campo, o la limpieza de la casa, o acompañar a alguna de las niñas al médico, o jugar, o visitar vecinos del pueblo cercano y terminar junto con todas las niñas viendo la televisión nepalesa. Les doy las buenas noches, de camino a la habitación, veo cientos de luciérnagas volando. Me acuesto esperando al té de la mañana.
Son dos días cualquiera en dos lugares diferentes.

EN EL CINE

 Dos día más tarde tuvimos una salida con chicas mayores, hasta 45. Nos fuimos al cine, después de una lacrimógena peli terminamos en un res...