miércoles, 16 de noviembre de 2022

DIVERSION EN EL PARQUE










Los monzones se han alargado este año, sin motivo aparente. La naturaleza es la dueña de nuestras vidas y de nuestro futuro. Y como tal la tratamos mal nos pasa factura cada cierto tiempo.
Este ha sido uno de los motivos por lo que no hemos podido hacer ninguna excursión con las niñas. No ibamos a nos  permitir que nos cayera un chaparrón con una purrela de niñas pequeñas.
Aún así han sabido esperar y por fín el sábado 12 de noviembre nos hemos ido al parque de atracciones con los más pequeños que nunca habían ido a semejante lugar. También vienen algunas niñas algo mayores que me ayudarían enormemente.
Es muy espectacular ver las caras y las sonrisas de las niñas cuando ven por primera vez una giganteschoa noria, o unos caballitos que suben y bajan y dan vueltas, o los coches que dan vueltas y vueltas y ellas mueven el pequeño volante.
Las más mayores se atrevieron con unas atracciones más arriesgadas : la noria, el dragón, el columbus que a modo de barca se balancea vertiginosamente. Algunas no lo pasaron bien con tanto balanceo, pero se divirtieron enormemente.
La mañana amaneció fria, pero según se acercaba el medio día la temperatura iba aumentando.
Una vez que terminamos con las atracciones decidimos tomarnos un helado. Una de las niñas tuvo un desvanecimiento por deshidratación mientras hacíamos cola. La señora del kiosko la ofreció meterse bajo la sombra. La dimos agua y un helado. Poco a poco fue recuperando el resuello y el color.
La señora heladera hizo el día con nosotros. Fueron nada más y nada menos que 46 cucuruchos con dos bolas de helado.
El calor apretaba y el parque empezaba a abarrotarse por lo que había que marcharse a otro lugar. Y dónde ??? A comer!!!.
Nuevamente dímos la campanada en el pequeño restaurante. Estaba vacío y se lo llenamos en menos de un minuto.
Los que íbamos de responsables decicimos que nos díeran a todos un plato de Chawmain ( como spaguetis ). Un refresco para cada una y a esperar...
No tardaron mucho y pudimos disfrutar enormemente de la comida y del ambiente que los niños crean siempre.
De vuelta a casa, y como todos los autobuses de la ciudad tienen un traqueteo contínuo, con tanto bache y desniveles en la calzada, sirvió para que a las más peques se les cayeran los párpados y se echaran una pequeña siestecita.
Un día estupendo de disfrute y alegría
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