A pesar de lo duro que es vivir en Nepal en estos momentos, y de las experiencias vividas por mi parte he de quedarme, y así me lo llevo en mi retina y en mi almacén de recuerdos, la sonrisa de esta pequeñaja, que cada vez que la veo siento que no existe nada a mi alrededor. Es la magia que los niños irradian.
Durante el terremoto, y en la confusión que se produjo, tanto ella como su hermana se perdieron, entre el gentío. La policía las rescató y aquí estaán.
Resultaron heridas y hasta no hace mucho, solo se ha podido encontrar a algunos de sus familiares.
Nadie se puede hacer cargo de ellas, por el momento.
Tiene una sonrisa permanente que da ganas de estrujarla . Se llama Dalma y no creo que tenga más de 2 años. Corretea, se echa a los brazos de cualquiera.
Es un juguete viviente.
Sigue convaleciente en la clínica, con problemas respiratorios.
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