miércoles, 21 de octubre de 2015

UN POCO DE PAZ

Debido a la festividad de Dashain, en la muchas personas abandonan la ciudad para celebrarlo con las familias y con las restricciones de combustible,  Kathmandú en el día de hoy es como si hubiera regresado al pasado de 30 años atrás.... Apenas vehículos, aire casi puro ( cuando la contaminación habitual es simplemente brutal ).
He caminado unos 6 km para visitar a los niños y niñas de Maiti donde me han ofrecido de comer, unos trozos de carne de cabra. 
Habitual en esta festividad.
Esperando la cazuela!!!!
Por la ciudad hay cientos de cabras atadas a las paredes o bien formadas en un descampado, como se puede ver el la foto.  Las pobres no tienen ni idea de lo que en cuestión de horas o minutos les va a suceder. Gracias a que no son animales racionales y que no entienden lo que ocurre cuando le cortan el cuello a un congénere suyo, están tan felices.. Solo protestan cuando les llevan a la piedra donte está el matarife. Un corte límpio en la cabeza les hace pasar a otro mundo, después a la cazuela y finalmente al estómago de los nepaleses.
Pocos días al año pueden comer esta carne...
Los trozos que me han ofrecido me han sabido a gloria, y sobre todo la compañia de las chicas. !!!Que momentos más interesantes me toca vivir aquí..!!!!
Más tarde me he dirigido a Pashupati. Lugar religioso por excelencia del mundo Hindú, y aquí me he pasado a visitar a mis antiguos amigos dle centro de la Madre Teresa de Calcuta ( ya solo quedan 3 ó 4 de mis antiguos amigos) de los que en su momento tuve la oportunidad de cuidar.
El terremoto ha dejado en muy mal estado los templos que había en el patio central, pero aún así se mantienen en pié. Por fortuna las lluvias no han derretido esos templos de más de 300 años de antiguedad. Pero como están en un estado lamentable, no se permite el paso de personas.
Entre los ancianos he visto a una señora, con el pelo rapado, que me sonreía. Yo le devolvía la sonrisa, ya que es gratis, hasta que finalmente me doy cuenta, que esta deteriorada mujer era alguién conocida para mí. La recuerdo perfectamente ahora, pues tenía un pié con lepra, y yo la hacía curaciones habitualmente. Hoy, sin yo decirla nada, se ha quitado la zapatilla, la misma que ha tenido en los últimos 15 años y me ha enseñado el pié. Se acordaba de lo que yo le hacía. 
Ya lo tiene totalmente cicatrizado, aunque deformado.
Aunque las fotos están prohibidas en ese lugar, no he podido resistir la tentación de posar junto a ella.
Siempre tuvo el pelo blanco. Se lo han debido de rapar para auyentar a los piojos.




1 comentario:

Hamster Pesimista dijo...

Encontrar una sonrisa de una anciana, casi olvidada, en medio de un país que ha pasado a la Edad Media en cuestión de meses, debe de ser alucinante. Un minuto de silencio por las pobres cabras, últimas víctimas de la cadena. "El silencio de las cabras".

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