lunes, 27 de octubre de 2008

LOS RELOJES SIN HORA


Siempre tengo la impresión que esperan a que yo llegue para solucionar pequeños o grandes problemas.
A las pocas horas de asentarme en el Hospice de Sattigata, una de las niñas se acerca con un reloj al que se le ha agotado la pila. Un minuto mas tardes otra con un reloj sin correa. Un poco mas tarde otra quiere cambiar la correa de cuero por otra de plástico y así sucesivamente hasta 14. A día de hoy llevo ya 16!!! Me los eche en la mochila, me cogí la bici y me marche a Kakarvira para que un relojero artesanal los arreglara. En menos de dos horas todos los relojes estaban a punto. Tuve que comprar dos, ya que no había forma humana de arreglar el desaguisado de su maquinaria.
Lógicamente se pusieron muy contentas y a partir de ese momento pudieron contar de nuevo el tiempo.

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