
El pequeno aeropuerto de Kathmandu, ofrece una imagen diferente, en la sala de vuelos internos. Maquinas de rayos laser que esperan a pasar a mejor vida. Mostradores y balanzas de los comienzos de la aviacion comercial. Ninos que lloran. Pasajeros que no guardan ningun orden y quieren conseguir la tarjeta de embarque a la mayor brevedad posible. Empleados impasibles. Pero hay orden dentro de la desorganizacion.
Se despega con una hora de retraso y es vuelo es muy movido. Hay muchas nubes. Casi al final del vuelo se dejan ver los Himalayas y entre los que destaca el imponente y majestuoso Everest que es poderoso hasta para superar a las nubes.
El aterrizaje es perfecto. Con solo abrir la puerta del pequeno aeroplano, se comienza a sentir el calor y la humedad. La amable y bella azafata habla de 30 grados..
Nuevamente siento que el tiempo se ha detenido. Sigue habiendo la misma miseria. Las casa continjuana inacabadas y los pies descalzos de la gente siguen caminando sobre un pais sin futuro.
Sattigatta me espera. Alli hay un centro de Maiti Nepal, cercano a la frontera con India y que nacio para acoger a las chicas seropositivas y que hoy estan instaladas en un nuevo centro en Kathmandu ( Gokarna )
Me encuentro con ellas poco a poco, van viniendo de cortar hierba para los animales que tienen en casa. Se alegran de verme tanto como yo. Es emocionante. Han engordado y siguen con su misma deficiencia. Ni mejora ni empeora.
Me dan de cenar y entre grillos y algun que otro trueno en la lejania, me duermo en una cama que ellas habian preparado con mucho carino.
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